La Cuarta Republica

Correo politico, economico y literario de Monterrey

martes, noviembre 28, 2006

Desafio

POLVOS DE AQUELLOS LODOS.
DESAFÍO.Rafael Loret de Mola
*De la Mala Fama
*Contra la Pared
*Barrido Ejemplar


Van por el mundo como cabilderos de la incipiente democracia mexicana pregonando que la descomposición política, incluyendo las secuelas del controvertido proceso electoral que condujo a la polarización de la sociedad mexicana, es parte tan solo del discurso de la izquierda intransigente e incapaz de reconocer una derrota por la mínima diferencia. Van y vienen, dictan conferencias, conceden entrevistas y, por supuesto, viajan muy cómodamente. Son, sí, los consejeros del Instituto Federal Electoral animados por la idea de refrendar que las instituciones mexicanas, contra lo expuesto por sus detractores, son poco menos que inmaculadas.No explican, desde luego, como fue que en una sola jornada, la del 2 de julio de 2000, despartamos bajo un modelo autoritario asfixiante, aplastados por la hegemonía priísta atroz, y nos fuimos a dormir cobijados por la exaltación de una democracia “casi” perfecta materializada en la figura exultante de Vicente Fox, el abanderado de la primera alternancia arropado por el fervor popular hacia el cambio. Sólo hablan de que la madurez institucional es garante de las grandes “transformaciones” de la vida mexicana.Hace unos días, por ejemplo, Alejandra Latapí, consejera electoral, animada por el presidente del IFE, Luis Carlos Ugalde, cuya solvencia moral le alcanzó para casarse sólo para obtener un bono matrimonial de varias decenas de miles de pesos –se divorció, claro, menos de un año después del enlace-, se dejó querer en España, concedió una entrevista para el madrileño ABC y expuso, entre otras cosas, que no existen “posibilidades operativas” para consumar un fraude comicial en la impoluta perspectiva política de nuestro país. Y sobre la disminución de la confianza colectiva en sus órganos electorales, la señora pretendió una justificación al achacarla a “la campaña de desprestigio a la que fue sometida la institución por parte de una fuerza política que no obtuvo el resultado esperado por esa misma formación”. Esto es, perdida la imparcialidad, se opta por descalificar a quienes denunciaron irregularidades con tal de extender la tesis sobre la limpieza “ejemplar” de los comicios... aun cuando llevaran a la crispación en ausencia de procedimientos paralelos destinados a resolver, sin pérdida de credibilidad colectiva, las querellas presentadas por la parte que se dijo afrentada.¿O acaso no fue el propio señor Ugalde, consejero presidente del IFE, quien urgió a modernizar procedimientos y reglas para “evitar” la reincidencia de prácticas y desenlaces que elevaron la desconfianza pública? Fue él quien habló, a toro pasado claro, de la caducidad de los esquemas actuales y del imperativo de construir escenarios más adecuados y resistentes. ¿Y no fueron los magistrados del Tribunal Electoral, reacios a considerar salidas viables para privilegiar la reconciliación nacional, quienes “reconvinieron” al presidente Vicente Fox y a las dirigencias empresariales por la “campaña negra” dirigida al desprestigio del abanderado de la izquierda y en pro del continuismo aun cuando, curándose en salud, determinaron que no fueron factores que “alteraran” los resultados finales, esto es como si la ventaja entre el primero y el segundo de los candidatos más votados hubiese sido de tal modo amplia y definitoria que no hubiese dado lugar a sospecha?Las meras interrogantes exhiben a los farsantes.DebatePero hay mucho más. La señora Latapí, motivada por la relevancia que se le adjudicó en el extranjero, en donde también hay opiniones sesgadas con marcado acento corporativo –la confrontación entre izquierda y derecha no es exclusiva de México-, adelantó que, gracias al “prestigio” del IFE -¿fundado quizá en el rostro sudoroso del rebasado Ugalde el día de la jornada electoral?-, organismos electorales de Europa del Este y África, en donde sólo hay párvulos de la democracia se entiende, han solicitado la asesoría mexicana para dar cauce a sus respectivos mecanismos comiciales. Un orgullo que debemos, todos, compartir. ¿Por qué no se invita a los 71 millones de empadronados –30 millones de los cuales prefirieron quedarse en casa-, para que expliquen la manera de sacarle al mayor jugo posible a cada sufragio incluyendo la subasta de credenciales de elector? Desde luego, el ejemplo cunde. Si en 1994 los votos del miedo sirvieron para asegurar la rentabilidad de la continuidad política, posibilitando el reacomodo de los grupos dominantes que seis años más tarde no se inquietaron en absoluto por la alternancia, en 2004, en la Unión Americana, el usufructo del terror también sirvió para la causa reeleccionista del clan Bush. Sin la tragedia de septiembre de 2001, otro hubiese sido el derrotero.Las lecciones han sido múltiples, por tanto. Y de ahí la optimista promoción de los consejeros que acabaron siendo rehenes del establishment más que árbitros del proceso electoral, rebasados por las presiones, atemorizados por las consecuencias, marginados por su propia impericia. ¿Ya nos olvidamos? Esta vez la apuesta a favor de la amnesia colectiva no les será tan redituable como en ocasiones precedentes. Dijo, al fin, la señora Latapí, en plena exacerbación de omnipotencia política, que la “legislación electoral” y los procedimientos establecidos por ésta “impiden las acciones individuales o particulares que pudieran constituir alguna irregularidad encaminada a un fraude”. Tanto como decir que el hecho de elevar a la condición de garantía individual el derecho a la vivienda asegurará un techo digno para todos en contra de los intereses especulativos y sin los amarres del deteriorado poder adquisitivo general. La ley y punto. Desde luego la señora Latapí no conoce ni sabe cuanto puede ocurrir en las controladas comunidades rurales sometidas a los cacicazgos regionales –debió haberse dado una vueltecita por el laboratorio de Guanajuato-; lo suyo, por su elevada jerarquía académica, son los foros internacionales a los que asisten sólo las estrellas capaces de costearse estancias en hoteles de cinco estrellas. Por eso habla, como lo hace, de la firmeza del sistema... igual a como se procedía bajo las siglas del priísmo “casi” único.El RetoAsí que “Marcos”, el primer guerrillero pacifista de la historia, capaz de disponer de custodia militar por gracia de un ejército al que le declaró la guerra y de viajar por todo el país, con su provocadora vestimenta, pasamontañas incluido, sin el menor agobio judicial, puede quitarse y ponerse la investidura de rebelde cuando y como le plazca asegurándose un sitio en la gran subasta nacional. Y en la acera de enfrente, los voceros del IFE insisten en defender su “prestigio” a saltos de mata, por fuera y no por dentro, exhibiendo su profundo interés de ser reconocidos por quienes mantienen los hilos de la globalización y califican la actuación de los funcionarios mexicanos y de gobierno en su conjunto para extenderle sea parabienes o asechanzas. La dependencia en toda su plenitud. ¿No nos dice el espejito que nos están engañado solemnemente?La Anécdota.Hace veinte años, en Chihuahua, un legislador priísta, para justificar cuanto se había hecho para violentar y trocar la voluntad de la ciudadanía, razonó así:--Esto de la política es muy sencillo: espacio que no ocupas, te lo ocupan. Explicó de esta manera un hecho por demás ilustrativo: en las casillas en donde el PAN no tuvo representantes, el 120 por ciento de los electores votó por el PRI. Una fórmula feliz que resiste el paso de las décadas.Aquel legislador, peninsular por los cuatro costados, recita hoy sus lecciones como precandidato priísta al gobierno de Yucatán. Se llama Carlos Rubén Calderón Cecilio. Total, como canta el tango, veinte años no son nada.

Represiòn a Oaxaca

EDITORIAL DEL DIARIO LIBERTAD.
EDITORIAL

La Represión a Oaxaqueños

Cuando este texto aparezca publicado en Diario Libertad ya habrán transcurrido varios días de la violenta represión del gobierno que preside Vicente Fox contra el pueblo de Oaxaca.Empero, las repercusiones de esa violencia del Estado mexicano trascienden el confín mexicanos --más allá de nuestras fronteras-- y acceden a los ámbitos del mundo.Esta represión --muchos detenidos, desaparecidos, torturados, heridos y muertos-- profundiza la imagen que ya tiene el mundo de que en México se libra una guerra civil.Y que esa guerra civil tiene lugar en varias regiones de México, aunque particularmente en la capital de nuestro país y, desde luego, Oaxaca, un estado con fama turística mundial.Esa guerra civil escapa a las definiciones convencionales, excepto en una: por un lado, el poder --que en México es cínicamente plutocrático-- y, por otro, el pueblo.Una guerra civil de libro de texto: El poder que oprime al pueblo y lo mantiene en la miseria y un pueblo que quiere desasirse de esa opresión tomando las calles.Es el poder formal --el del entramado sofista y tramposo de instituciones en torno a la base económica de grandes intereses privados-- versus el poder de la calle.El poder de la calle es el poder del pueblo. La historia nos demuestra que ese poder suele imponerse, aunque ello tome inclusive décadas, si no es que cientos de años.Las demás definiciones de guerra civil se corresponden con las condiciones objetivamente discernidas de la realidad social de México. Son dos bandos, cierto es, pero...Pero un bando --el del pueblo-- está desarmado. El otro bando, el del poder formal, el de la plutocracia, se esconde tras las armas y tras un andamiaje de entelequias legaloides.La imagen de que estamos en guerra civil está fija en la psique de muchas naciones --Estados Unidos, Europa, Asia, la América indo, afro e ibérica-- y en la de sus líderes.Esos líderes se informan por sus propios medios --sus embajadas y agencias de inteligencia-- en México y no por la lectura de los medios difusores mexicanos, tan inexactos.Los embajadores extranjeros en México tienen sus propios medios para discernir realidades y coyunturas sociopolíticas. Hasta el embajador de EU, Tony Garza, está preocupado.¿Qué preocupa? Sabemos que a esos embajadores y sus gobiernos preocupan la estupidez del gobierno de México de resolver conflictos sociales sin ceder a demandas populares.Ello explica, por ejemplo, que sólo 13 jefes de Estado y de gobierno hayan aceptado asisitir a la toma de posesión de Felipe Calderón. A la del señor Fox, en 2000, asistieron 20.El costo político de una represión a movilizaciones sociales es, para cualesquier gobiernos, altísimo. En el caso de México, el costo político lo pagará Felipe Calderón.Y dados los términos asimétricos de la relación bilateral con EU, ese costo político lo tendrá que cubrir eventualmente Washington, ante la inestabilidad en su flanco sur.Existe, por añadidura, otra causal de preocupación en la metrópoli hegemonista: Un gobierno represor no es viable. Jamás lo ha sido. Y no lo será en México.

Secretaria de Salud de FeCal

Javier Flores

Rebasando por la derechaNadie puede anticipar con certeza el futuro. Para saber lo que vendrá en los próximos años sólo se dispone de los datos ciertos recabados en el pasado y en nuestro presente, que nos dan indicios acerca de lo que viene. La salud de los mexicanos es un tema realmente muy delicado, algo sumamente serio. Es un área que no se puede manejar desde la ligereza o la irresponsabilidad. Estamos hablando de vidas humanas. Del sufrimiento o bienestar de millones de personas, que son nuestros compatriotas, que somos nosotros mismos.Recientemente se anunció quién será el secretario de Salud de México. Es uno de los nombramientos más sorprendentes que yo recuerde entre los que se hayan hecho en este campo. Cuando me enteré, lo primero que pensé es que se trataba de una broma. Nuestro país se llama México. No somos Zambia, Mozambique, Honduras o El Salvador, dicho con todo respeto para esos pueblos hermanos que merecen más en materia de salud de lo que la ignorancia de sus gobiernos han decidido para ellos.La decisión en favor de José Angel Córdova Villalobos revela muchas cosas. La primera, quizá la más importante, es que se rompe con una noción de la salud pública desarrollada desde hace muchas décadas en el país, basada en el empleo de criterios técnicos y científicos en el cuidado de los mexicanos.Nunca importó, hasta ahora, que el gobierno fuera del PRI o del PAN; al frente de la secretaría estaban expertos calificados para desempeñar esta tarea, pues la prioridad era la salud de la población. Ahora los criterios científicos no importan, sino la ideología. En eso consiste el cambio.En países donde los sistemas de salud rechazan los criterios científicos y se basan en el dogma de la Iglesia católica o de sus respectivos ProVida, la esperanza de vida al nacer es de las más bajas del planeta, como ocurre en la mayor parte de las naciones africanas o latinoamericanas pobres. Mujeres, hombres, niñas y niños mueren como moscas. No estoy exagerando: los datos están disponibles y el nuevo secretario de Salud puede consultarlos cuando quiera.No se trata de un juego ni una discusión ideológica que alguien tiene que ganar por capricho, se trata de algo realmente muy grave.Por ejemplo, en el debate sobre la investigación en células troncales, el mundo se dividió. En la ONU se formaron dos grupos. Uno, encabezado por el Vaticano, opuesto a los avances de la ciencia; el otro estuvo integrado por un grupo de naciones con un mayor desarrollo científico. Puede compararse un solo parámetro, la esperanza de vida al nacer entre ambos grupos, y quedará claro dónde se están perdiendo más vidas bajo el cobijo de la ignorancia.Por cierto, en este tema nuestro flamante secretario quiso hacer trampa. Pretendió sumar a México al bloque neoscurantista encabezado por el Vaticano y Estados Unidos, todavía bajo el predominio de George W. Bush , pero fracasó. No fue una propuesta abierta. Como presidente de la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados, sin que viniera al caso, introdujo una restricción para la investigación en células troncales de origen embrionario en el decreto de creación del Instituto Nacional de Medicina Genómica. Pretendía con ello una adhesión subrepticia al grupo Vaticano y pensó que nadie iba a percatarse de ello.Quiero recordar al próximo secretario de Salud que este país se llama México, y que tiene que darse cuenta, de una vez por todas, de lo que eso significa. Debe realizarse una discusión abierta en la que participen todos los sectores sociales de la población y en este tema no se pueden seguir haciendo trampas.Otro aspecto importante es la relación entre pensamiento dogmático y científico. El primero se basa en la autoridad. En el caso que nos ocupa, es lo que dice la Iglesia respecto de diversos temas. El segundo se apoya en la evidencia, en lo que puede ser demostrado y verificado. El Sol giró alrededor de la Tierra durante muchos siglos porque la Iglesia sostenía esa opinión. También, durante mucho tiempo, la Tierra fue plana. El conocimiento dogmático se basó, en el medioevo, en el principio de autoridad de la Iglesia; esto es lo que caracteriza al oscurantismo medieval. La ciencia mostró que esto no era así. Muchos siglos tuvieron que pasar para que la Iglesia reconociera los hallazgos de Galileo y otros científicos. Ni la Tierra es plana ni el Sol gira a su alrededor. Ni modo.Recientemente la Iglesia difundió, no sé en qué se basa, que la píldora del día siguiente generaba abortos. El nuevo secretario de Salud reveló a plenitud el pensamiento dogmático que lo caracteriza, por su oposición a la distribución de ese fármaco. El levonorgestrel, principio activo de la píldora, de acuerdo con numerosos estudios científicos, no desencadena abortos, actúa antes de la fecundación; no es abortivo, ni modo.No sabemos qué va a pasar en el futuro, pero el pasado y presente del nuevo secretario da indicios de hacia dónde se dirige. ¿Por qué lo nombraron? Porque buscan sobreponer la ideología por encima de los criterios científicos; el peso de un poder extranjero, el Vaticano, sobre las políticas sanitarias, y el dogmatismo, que es la base actual del neoscurantismo.¿Moriremos como moscas? Los retos que se acercan en materia de salud son monumentales. No pretendo asustar a nadie, pero para enfrentarlos se requiere de criterios científicos y tecnológicos, no de los otros. El futuro depende de todos, no lo construye un secretario de Salud ni el presidente que lo designa. El nombramiento del próximo funcionario es una de las peores noticias que podamos recibir este fin de año. Muestra también que los expertos e intelectuales que apoyaron a Felipe Calderón, fracasaron.