La Cuarta Republica

Correo politico, economico y literario de Monterrey

viernes, noviembre 10, 2006

Desastre Continuista

John Saxe-Fernández .
(http://www.jornada.unam.mx/2006/11/09/index.php?section=opinion&article=029a1eco) .


Desastre continuista ¿hay alternativas?.


Aunque después del fraude electoral del 2 de julio Felipe Calderón no cuenta ni con legitimidad ni con mandato para ahondar el esquema económico que lacera la integridad económica de millones de hogares mexicanos y depreda el patrimonio nacional, son abundantes sus declaraciones que revelan un insensato intento por proseguir con los compromisos pactados con los grandes intereses monopólicos de dentro y de fuera del país. Desde 1910 no han sido tan graves los riesgos para la estabilidad y la paz social de México como hoy, con la industria y sus encadenamientos desarticulados por 24 años de aperturismo comercial unilateral, y con un campesinado y su agricultura abandonada, desfinanciada, desmecanizada y arruinada y la autosuficiencia alimentaria hecha añicos. Agréguese a esto una notoria capacidad del "modelo" para generar desempleo, pobreza e informalidad, así como más polarización del ingreso y se percibirá por qué la continuidad del programa oligárquico-imperial es ya un asunto policial militar. San Salvador Atenco, Lázaro Cárdenas y Oaxaca son señas irrefutables de que ingresamos a una zona crítica de turbulencia sociopolítica grave.Los bombazos recientes muestran la vulnerabilidad ante grupos armados reales u operaciones negras de "provocación-represión" del aparato de Estado. Los escenarios son potencialmente desastrosos, ya que existen signos claros de que la economía de Estados Unidos se desacelera, afectando la generación de empleo mientras aumentan los millones de mexicanos expulsados del país que se topan con una ofensiva antimigratoria que se acrecienta con el atasco económico previsto.Calderón asegura la continuidad de la incapacidad para generar empleo, alimentos y seguridad. La fórmula explosiva incluye la continua desregulación de los flujos de capital, más empréstitos y el aperturismo comercial y a la inversión extranjera directa (IED) especialmente en el vital sector petroeléctrico.Todo ello parte nodal del recetario del FMI-Banco Mundial (BM). Las privatizaciones de cientos de empresas públicas y de los bancos, y las fusiones y alianzas estratégicas de las firmas privadas nacionales con corporaciones foráneas no han sido sino el mecanismo y estación de paso para su sumisión económica y tecnológica al extranjero.Proponer que la continuidad del esquema impulsado por la oligarquía y el BM-FMI nos sacará del atolladero, y peor, la falacia de que es la vía para lograr el "desarrollo", carece de sustento ante en desastre ya generado y de cara a la experiencia histórica.Calderón asevera que la IED es necesaria "porque es una inversión física que genera empleo" y que, "con la excepción de Corea del Norte"... "así proceden los países del mundo para desarrollarse". Pero no es así: no es lo que hicieron ni Inglaterra, Estados Unidos, Alemania, Francia, Japón, etécetera, o los países de industrialización reciente como Corea del Sur, Taiwán, Singapur y China.Despegaron a base del ahorro interno ­que aquí se despilfarra en rescates y en una brutal tributación a favor de países como Estados Unidos y España­, protegieron y ampliaron sus mercados internos, y jamás con recetas como las del FMI-BM.Menos desregulando y privilegiando a la IED, como con torpeza se formalizó en el TLCAN. Es urgente el cambio de política económica, por otra orientada a fortalecer el mercado interno, a proteger el aparato productivo y a restablecer y ampliar los enlazamientos productivos para garantizar la expansión del empleo.Chalmers Johnson, cuya obra sobre el capitalismo asiático en los sesentas y setentas es consulta obligada, muestra que, en los hechos, los países desarrollados protegieron sus mercados domésticos usando barreras arancelarias y no-arancelarias.Nos recuerda, por ejemplo, que Inglaterra aceptó el libre mercado hasta la década de 1840 cuando ya era potencia industrial dominante y que Estados Unidos, entre 1790 y 1940, fue la economía más protegida del mundo.Y qué decir de Corea del Sur, el otro país de la península coreana no mencionado por Calderón, que, sin una gota de petróleo, tiene, junto con Japón, más capacidad de refinación petroquímica que todos los países de la OPEP.En las décadas de 1970 y1980, dice Johnson, "Corea del Sur fue el único país del mundo donde no circulaba un solo automóvil japonés", ya que el gobierno, junto al empresariado, protegía y nutría su propia industria automotriz.Esos países han sido exitosos porque no aplicaron el diseño neocolonial del FMI-BM, sino, grosso modo: el control a las importaciones, a los flujos de capital y a la IED y su participación en la bolsa de valores; usaron subsidios y créditos, incluso a tasas de interés negativas a favor de industrias claves; aplicaron fuertes subsidios en especial a las exportaciones, así como una política muy activa de apoyo estatal al desarrollo científico-tecnológico; promovieron y abrigaron a conglomerados industriales nacionales en áreas estratégicas (automovilística, electrónica, etcétera), y usaron de manera amplia guías administrativas para auspiciar, coordinar y evaluar la acción de las firmas.

España y latinoamerica

ESPAÑA NO QUIERE SOLTAR EL HUESO.

Raúl Zibechi

Europa podría perder el tren latinoamericano.La deslegitimación del modelo neoliberal y el declive de la hegemonía estadunidense abren una nueva coyuntura en América Latina en la que se intensifican los roces y conflictos entre potencias globales y regionales para ocupar un papel protagónico en el futuro inmediato del continente. La reciente trigésima sexta Cumbre Iberoamericana, celebrada en Montevideo, fue escenario de esas pujas en las que España procura posicionarse al frente de una comunidad iberoamericana, mientras Brasil busca hacer fracasar las pretensiones hegemonistas europeas en favor de la integración regional sudamericana.En esta ocasión faltaron nada menos que ocho presidentes. La ausencia más resonante fue la de Luiz Inacio Lula da Silva, quien argumentó cansancio luego de la agotadora campaña electoral. Se le sumaron Hugo Chávez y el peruano Alan García, además de varios centroamericanos.La prensa española consideró la cumbre un "fracaso" y acusó al gobierno brasileño de "despreciar" la reunión y a Lula de "fotografiarse en la playa en lugar de asistir a una reunión que fue cambiada de fecha exclusivamente para beneficiarle" (El Mundo, 6/11/06).La derecha regional estimó que la ausencia de Lula se debe a que no quiere ocupar "un plano secundario", no está dispuesto a posicionarse en el conflicto por las papeleras entre Argentina y Uruguay, y porque no sería "buen momento para confraternizar con Evo Morales y Kirchner, y menos aún asistir en silencio a los shows de Chávez" (El Universal, 5/11/06).Otros medios fueron más prudentes y recordaron que se trata de una disputa política, económica y comercial. Clarín, que no es nada inocente en esta disputa, puso el dedo donde duele: "España tuvo una acumulación de capital notable estos años; su PBI pasa del billón de dólares, lo que le permitiría estar en el G-8. Y Latinoamérica contribuyó a ese proceso, que abarcó a sectores como agua, petróleo, finanzas y telefonía" (6/11/06). Lo cierto es que la diplomacia brasileña hizo su opción, y priorizó la cumbre de la Comunidad Sudamericana de Naciones, a realizarse en Bolivia 8 y 9 de diciembre, frente a una reunión iberoamericana destinada a fortalecer el papel español en el continente.Diversos analistas sostienen que a raíz de la firma del TLC entre Canadá, Estados Unidos y México, la Unión Europea modificó su visión de las relaciones con América Latina. La pérdida del mercado mexicano y la posibilidad de que esa situación se extendiera al resto del continente, activó el apoyo de los estados europeos a sus multinacionales, que buscaron atenuar los acuerdos de libre comercio con referencias a la "concertación política, cooperación económica y asociación económica", como sostiene Braulio Moro en Los intereses de las trasnacionales europeas en América Latina.Desde 1992 España realizó 50 por ciento de las inversiones europeas en América Latina, y se sitúa hoy como el segundo inversor luego de Estados Unidos. La inversión en nuestro continente forma parte del proceso de restructuración de los grandes grupos empresariales españoles para colocarse en mejores condiciones frente a la competencia.La particularidad de estas inversiones es que se realizan prioritariamente en servicios (telecomunicaciones, energía y banca), a diferencia de las francesas e inglesas, que se asientan en manufacturas; que 85 por ciento se concentran en Argentina (que absorbe 42 por ciento de las inversiones totales españolas), México y Brasil, y que la banca privada es su infantería de asalto.En efecto, entre Bilbao Vizcaya (BBVA) y Santander Central Hispano (SCH) controlaban, en 2002, 22 por ciento de los depósitos de la región, 40 por ciento de los fondos de pensiones y 15 por ciento de los fondos de inversión. Ahora van por más.Crear una zona de libre comercio Unión Europea-Mercosur o América Latina es vital para la expansión del capitalismo europeo. Felipe González, el ex presidente español, parece haber comprendido que para la salud del capital europeo es imprescindible bombardear la incipiente integración regional.En la conferencia anual del Club de Madrid, según recoge la Agencia Mega 24 (21/10/06), González dijo que el Gasoducto del Sur entre Venezuela y la Patagonia argentina, pieza clave de la integración energética, es "una broma", y aseguró que "no se va a realizar". En el mismo acto, el economista jefe de la petrolera Repsol YPF, Antonio Merino, criticó los "nacionalismos energéticos" porque dificultan los "procesos de inversión". Ambos señalaron su preocupación porque la integración regional puede poner en dificultades la continuidad de la acumulación del capital europeo.Esa fue una de las principales preocupaciones que atravesaron el quinto Foro Iberoamérica, realizado a finales de octubre (días antes de la cumbre de Montevideo) en Cartagena de Indias, impulsado por Felipe González, al que asistió la flor y nata del capital europeo: Ana Patricia Botín, presidenta de Banesto, principal accionista del Santander, que es el segundo grupo financiero de Europa; Manuel Pizarro, presidente de Gupo Endesa, multinacional española de la electricidad, y Jesús de Polanco, presidente del grupo mediático Prisa, que edita El País, entre otros.Asistieron también Carlos Slim Helú y Gustavo Cisneros, megaempresario mediático venezolano. Una de las principales preocupaciones de este "diálogo entre poderosos" fue, en palabras de Enrique Iglesias (presidente del BID), que América Latina debe convertirse en "una reserva energética alternativa" frente al inminente colapso de la economía basada en el petróleo.Lula se negó a avalar con su presencia las pretensiones españolas, al igual que Chávez y Kirchner, quien estuvo apenas unas horas en Montevideo. En diciembre, en La Paz, Bolivia puede ingesar al Mercosur y la integración regional puede dar otro importante paso adelante.

España y latinoamerica

ESPAÑA NO QUIERE SOLTAR EL HUESO.

Raúl Zibechi

Europa podría perder el tren latinoamericano.La deslegitimación del modelo neoliberal y el declive de la hegemonía estadunidense abren una nueva coyuntura en América Latina en la que se intensifican los roces y conflictos entre potencias globales y regionales para ocupar un papel protagónico en el futuro inmediato del continente. La reciente trigésima sexta Cumbre Iberoamericana, celebrada en Montevideo, fue escenario de esas pujas en las que España procura posicionarse al frente de una comunidad iberoamericana, mientras Brasil busca hacer fracasar las pretensiones hegemonistas europeas en favor de la integración regional sudamericana.En esta ocasión faltaron nada menos que ocho presidentes. La ausencia más resonante fue la de Luiz Inacio Lula da Silva, quien argumentó cansancio luego de la agotadora campaña electoral. Se le sumaron Hugo Chávez y el peruano Alan García, además de varios centroamericanos.La prensa española consideró la cumbre un "fracaso" y acusó al gobierno brasileño de "despreciar" la reunión y a Lula de "fotografiarse en la playa en lugar de asistir a una reunión que fue cambiada de fecha exclusivamente para beneficiarle" (El Mundo, 6/11/06).La derecha regional estimó que la ausencia de Lula se debe a que no quiere ocupar "un plano secundario", no está dispuesto a posicionarse en el conflicto por las papeleras entre Argentina y Uruguay, y porque no sería "buen momento para confraternizar con Evo Morales y Kirchner, y menos aún asistir en silencio a los shows de Chávez" (El Universal, 5/11/06).Otros medios fueron más prudentes y recordaron que se trata de una disputa política, económica y comercial. Clarín, que no es nada inocente en esta disputa, puso el dedo donde duele: "España tuvo una acumulación de capital notable estos años; su PBI pasa del billón de dólares, lo que le permitiría estar en el G-8. Y Latinoamérica contribuyó a ese proceso, que abarcó a sectores como agua, petróleo, finanzas y telefonía" (6/11/06). Lo cierto es que la diplomacia brasileña hizo su opción, y priorizó la cumbre de la Comunidad Sudamericana de Naciones, a realizarse en Bolivia 8 y 9 de diciembre, frente a una reunión iberoamericana destinada a fortalecer el papel español en el continente.Diversos analistas sostienen que a raíz de la firma del TLC entre Canadá, Estados Unidos y México, la Unión Europea modificó su visión de las relaciones con América Latina. La pérdida del mercado mexicano y la posibilidad de que esa situación se extendiera al resto del continente, activó el apoyo de los estados europeos a sus multinacionales, que buscaron atenuar los acuerdos de libre comercio con referencias a la "concertación política, cooperación económica y asociación económica", como sostiene Braulio Moro en Los intereses de las trasnacionales europeas en América Latina.Desde 1992 España realizó 50 por ciento de las inversiones europeas en América Latina, y se sitúa hoy como el segundo inversor luego de Estados Unidos. La inversión en nuestro continente forma parte del proceso de restructuración de los grandes grupos empresariales españoles para colocarse en mejores condiciones frente a la competencia.La particularidad de estas inversiones es que se realizan prioritariamente en servicios (telecomunicaciones, energía y banca), a diferencia de las francesas e inglesas, que se asientan en manufacturas; que 85 por ciento se concentran en Argentina (que absorbe 42 por ciento de las inversiones totales españolas), México y Brasil, y que la banca privada es su infantería de asalto.En efecto, entre Bilbao Vizcaya (BBVA) y Santander Central Hispano (SCH) controlaban, en 2002, 22 por ciento de los depósitos de la región, 40 por ciento de los fondos de pensiones y 15 por ciento de los fondos de inversión. Ahora van por más.Crear una zona de libre comercio Unión Europea-Mercosur o América Latina es vital para la expansión del capitalismo europeo. Felipe González, el ex presidente español, parece haber comprendido que para la salud del capital europeo es imprescindible bombardear la incipiente integración regional.En la conferencia anual del Club de Madrid, según recoge la Agencia Mega 24 (21/10/06), González dijo que el Gasoducto del Sur entre Venezuela y la Patagonia argentina, pieza clave de la integración energética, es "una broma", y aseguró que "no se va a realizar". En el mismo acto, el economista jefe de la petrolera Repsol YPF, Antonio Merino, criticó los "nacionalismos energéticos" porque dificultan los "procesos de inversión". Ambos señalaron su preocupación porque la integración regional puede poner en dificultades la continuidad de la acumulación del capital europeo.Esa fue una de las principales preocupaciones que atravesaron el quinto Foro Iberoamérica, realizado a finales de octubre (días antes de la cumbre de Montevideo) en Cartagena de Indias, impulsado por Felipe González, al que asistió la flor y nata del capital europeo: Ana Patricia Botín, presidenta de Banesto, principal accionista del Santander, que es el segundo grupo financiero de Europa; Manuel Pizarro, presidente de Gupo Endesa, multinacional española de la electricidad, y Jesús de Polanco, presidente del grupo mediático Prisa, que edita El País, entre otros.Asistieron también Carlos Slim Helú y Gustavo Cisneros, megaempresario mediático venezolano. Una de las principales preocupaciones de este "diálogo entre poderosos" fue, en palabras de Enrique Iglesias (presidente del BID), que América Latina debe convertirse en "una reserva energética alternativa" frente al inminente colapso de la economía basada en el petróleo.Lula se negó a avalar con su presencia las pretensiones españolas, al igual que Chávez y Kirchner, quien estuvo apenas unas horas en Montevideo. En diciembre, en La Paz, Bolivia puede ingesar al Mercosur y la integración regional puede dar otro importante paso adelante.