Falso Amanecer John Gray
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Los engaños del capitalismo global- 2 -socioeconómicos. Las ideas abstractas y los datos concretos -agrupados en lo que podríamos llamar “estudios de casos”- están admirablemente combinados, algo que presta gran amenidad a la obra. Falso Amanecer intercala certeras refutaciones aargumentos de autores de moda como Francis Fukuyama o Kenichi Ohmae conilustraciones de los efectos de las políticas de libre mercado en países concretos o de las distintas variedades de capitalismo existentes en la actualidad.La principal línea argumental de Falso amanecer parte de la idea desarrollada por Karl Polanyi de que el libre mercado no es un fenómeno natural ni espontáneo, un estado natural que surge cuando se deja de interferir políticamente en los intercambios comerciales sino, más bien, un producto del poder estatal, hijo de un gobierno fuerte y centralizado y que no puede existir sin él. En el caso de la Inglaterra decimonónica, el Parlamento usó su poder para reformar o destruir los viejos derechos de propiedad y crear derechos nuevos, dando lugar a un capital agrario de grandes latifundios. El libre mercado que revivió en el Reino Unido en los años ochenta de este siglo es también producto de un gobierno fuerte -el de Margaret Thatcher- como lo es también la desregulación de la economía mexicana o la de la neozelandesa. De ahí que, puesto que no existe ningún mecanismo de gobierno universal, la pretensión de extender el libre mercado al mundo según un modelo único no deje de ser una utopía, aunque sea una utopía peligrosa.Una segunda línea argumental tiene su origen en el pensamiento de Joseph Schumpeter. En contra de quienes condenan la intervención estatal en la economía, Gray sostiene que, abandonado a sí mismo, el capitalismo es capaz de destruir lacivilización liberal que lo engendró. Debe, por lo tanto, ser domesticado paragarantizar la cohesión y la estabilidad social. Sin una importante intervencióngubernamental, las fuerzas del mercado dan lugar a un gran sufrimiento social. Gray ejemplifica estas tesis con abundantes datos que ilustran las nefastas consecuencias del libre mercado en las sociedades en que el proyecto se ha llevado más lejos. Así, el crecimiento de las desigualdades sociales, el recurso al encarcelamiento masivo como mecanismo de control social o el aumento de la inseguridad ciudadana son rasgos prominentes de la actual sociedad estadounidense (y, en menor medida, de labritánica) que se deben, básicamente, a la aplicación de políticas de desregulación económica y que sin duda deslegitiman el proyecto de universalizar el modelo. El mismo argumento desemboca necesariamente en la idea de que es imprescindible una regulación inmediata de la economía mundial a partir de unas estructuras efectivas de gobernación.Otro de los argumentos que Gray desarrolla es el de que la identificación que suele hacerse entre democracia y libre mercado es errónea. Para Gray, una y otro no son socios sino competidores. Como el libre mercado socava las instituciones sociales y provoca una gran inseguridad económica, engendra una resistencia política alta. En la Inglaterra decimonónica el laissez-faire fue desapareciendo a medida que lademocracia se desarrollaba y proporcionalmente a la extensión del derecho de voto. El problema es que en la actualidad no existen economías cerradas y sólo en una
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1 REVISTA ELECTRÓNICA DE ESTUDIOS INTERNACIONALES(2000)- 3 -economía cerrada pueden ponerse en práctica los principios igualitarios dictados por los valores democráticos y las teorías de la justicia. Dada la actual libertad del capital y de las empresas para emigrar hacia países con bajos impuestos, aquellos Estados en los que existe un modelo de capitalismo socialmente responsable (preocupado por mantener la cohesión social a través de la regulación económica) serán penalizados y a la larga se verán incapaces de financiar los bienes públicos. Al igual que de acuerdo con la “ley de Gresham” se dice que “el mal dinero expulsa al bueno”, podría decirse que “el mal capitalismo expulsa al bueno”. Esto lleva a Gray a hacer un pronóstico muy sombrío sobre el futuro de la socialdemocracia, condenada a ser barrida por el nuevo poder del capital en la economía global.Dado que el socialismo como sistema económico se ha derrumbado sinremedio, tras provocar unos injustificables costes humanos y ambientales, Grayconsidera que, en el futuro previsible, las políticas económicas de los Estados serán necesariamente capitalistas. Ahora bien, eso no significa que se esté desarrollando un único modelo económico sino distintas variedades del capitalismo, cada una de ellas vinculada a una determinada cultura y unos determinados valores. Así, por ejemplo, el modelo de capitalismo que se está desarrollando en China -y cuyos precursores son los chinos de la diáspora- está centrado en las relaciones familiares y es muy diferente no solo del modelo capitalista estadounidense sino también, por ejemplo, del modelo capitalista japonés construido a partir de grandes grupos corporativos vinculados a las antiguas estructuras feudales. Además de utópico, Gray considera desaconsejableimponer como modelo capitalista el del libre mercado estadounidense. En Japón, las políticas de las instituciones financieras internacionales y las presiones estadounidenses hacen peligrar una envidiable cohesión social basada en la seguridad laboral. En Rusia, las políticas de choque que intentaban imponerlo fracasaron estrepitosamente yprecipitaron al país en el caos.¿Puede hacerse algo para evitar esa situación de caos y anarquía a la que, según Gray, los esfuerzos por mundializar el libre mercado nos están llevando? Sí podría hacerse, aunque el autor es bastante escéptico al respecto. Ante todo, habría que abandonar la filosofía del consenso de Washington, impulsar el desarrollo de los diferentes capitalismos autónomos y, paralelamente, desarrollar estructuras degobernabilidad, con soluciones como, por ejemplo, la “tasa Tobin”. Por el momento, empero, no hay indicios de que se esté avanzando en ese sentido. Si bien los Estados Unidos no tienen la capacidad necesaria para imponer al mundo su proyecto de libre mercado global, sí tienen suficiente poder de veto como para impedir una reforma radical de la economía mundial. Entretanto, la crisis mundial se avecina. La reciente crisis asiática es una advertencia a la que no se le ha prestado la suficiente atención. Gray considera que, desgraciadamente, las alternativas al laissez-faire no sedesarrollarán hasta que una crisis de grandes dimensiones precipite a esta últimautopía de la Ilustración que es el proyecto de libre mercado global en el “agujero de la historia”.
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Los engaños del capitalismo global- 4 -Falso Amanecer es una obra intencionalmente polémica. No es de extrañar que haya provocado reacciones encontradas en todos los puntos del espectro político. Desde la derecha se ha tachado su argumento principal -el de que el capitalismo global es profundamente inestable en su forma actual- de excesivamente pesimista e incluso apocalíptico. Desde la izquierda las discrepancias que se han apuntado tienen que ver no tanto con el diagnóstico de que el capitalismo global está en crisis como con las razones por las que lo está. En particular, se ha cuestionado la idea de Gray de que el proyecto de universalizar el libre mercado no es una mera racionalización de losintereses empresariales de los Estados Unidos sino, más bien, un gran error producto de una ideología tan soberbia como equivocada. Se ha cuestionado asimismo elescepticismo de Gray sobre las posibilidades de supervivencia de la socialdemocracia o de la creación de estructuras de gobernabilidad mundial. No obstante, aun losautores más críticos con las tesis de Gray han subrayado la excelente calidad de la argumentación de Falso Amanecer, su gran originalidad y su importantísimacontribución a un debate que no puede ser más urgente.Para finalizar esta reseña no nos queda sino recomendar calurosamente lalectura de la obra. En este magnífico híbrido entre historia de las ideas y ensayohistórico-sociológico todo lector interesado en la relaciones internacionales encontrará estimulantes y variados elementos de reflexión.Mónica SalomónUniversidad Autónoma de Barcelana