La Cuarta Republica

Correo politico, economico y literario de Monterrey

lunes, enero 08, 2007

Camacho solis

Felipe: el arranque
Manuel Camacho Solís
8 de enero de 2007

A juzgar por las acciones de las primeras semanas de Felipe Calderón, no se pueden sacar conclusiones definitivas sobre su capacidad para enfrentar el reto principal de su administración: la gobernabilidad. Calderón empieza a ejercer el mando, pero aún no ha dado pasos serios para reconstruir la autoridad moral del gobierno.

El Presidente ordenó intervenciones espectaculares de la fuerza pública y dio un paso positivo en cuanto a su coordinación, pero el problema no se resolverá sólo así. El gobierno logró la aprobación de la Ley de Ingresos y el Presupuesto, pero no cambios a favor del crecimiento, la competitividad o la mayor igualdad. Pero, sobre todo en su relación con la crítica y la inconformidad política y social, no hay muestras definitivas a favor de la reconstrucción de la credibilidad pública y la legitimación del régimen.


No se puede descartar la utilidad de los operativos en Michoacán y Tijuana. Más allá de sus efectos propagandísticos, lo primero que se necesita para enfrentar a la delincuencia es coordinación interna. Poner en movimiento a las fuerzas en función de objetivos inmediatos es una forma de hacerlo. Crear los niveles de cooperación y confianza interna es indispensable. Pero por las experiencias previas y lo ocurrido en otros países que han tenido mayor éxito (incluido Colombia), se sabe que no es con el Ejército en las calles como se gana esa batalla. Se avanza cuando se logra integrar equipos confiables de inteligencia, coordinación de toda la cadena de seguridad y justicia, seguimiento del dinero para detectar los apoyos y las redes de control y blindaje (político, institucional y mediático) de la política. La contención es arriba, más que abajo, pues como dicen quienes tienen experiencia en la materia: el pez se empieza a pudrir por la cabeza y no por la cola.


Los operativos también se desgastan. La primera vez llaman la atención. Cuando se repiten, sus rendimientos van en descenso porque se vuelven predecibles o porque entran a la parte más difícil del combate. Además está el peligro de los excesos. Es mucha la experiencia que se tiene como para no saber que investir con demasiado poder a una autoridad lleva pronto a la utilización no legal de ese poder, lo mismo en violaciones de derechos humanos que en acciones delincuenciales. El mismo clima que se crea en las operaciones puede llevar a excesos que desfiguren a la persona y a la autoridad presidencial, cuya fuente de poder no son las cinco estrellas que consagra la ley, sino las atribuciones que le otorga la Constitución al poder civil, al Ejecutivo, y el peso mismo de la institución presidencial, cuando ésta se protege.


En la economía, es meritoria (para el Ejecutivo y el Legislativo) la aprobación del Presupuesto, pero es insuficiente frente a los retos urgentes del crecimiento y la desigualdad. Pasar de lo inercial a nuevas prioridades de política económica es complejo, y el momento no era propicio, pero en un horizonte de seis años, con el entorno internacional previsible, lo que se ha hecho no será suficiente. Por lo pronto en 2007 el crecimiento será menor. Para la hora que vive México, no basta con sentarse y cumplir con el mínimo. Tomar el control del gobierno y contar con un presupuesto. La sociedad tiene que encontrar la manera de debatir los temas de fondo. El gobierno, no depender de su aparato de propaganda. El Congreso, abrir espacios de cambio institucional. Las fuerzas políticas, hablar, sin traicionar sus mandatos.

Un país como México -que vivió al límite del precipicio- no puede construir su gobernabilidad con la mera fuerza burocrática de un sistema que compra lealtades. La política tiene que ganar autoridad moral y para ello se necesita visión, pasión social, convencer de que se actúa sin propósitos electoreros e imaginación para generar nuevos espacios de interlocución. Eso, que también es indispensable para la gobernabilidad, está pendiente.


Miembro de la Dirección Política del Frente Amplio Progresista