La Cuarta Republica

Correo politico, economico y literario de Monterrey

lunes, noviembre 06, 2006

Globalización y élite local

Globalización y élite local
Rogelio Ramírez de la O

6 de noviembre de 2006
Frederic Mishkin, miembro de la Junta de la Reserva Federal estadounidense más recientemente nombrado, ha identificado un problema de las economías emergentes que ya muchos conocíamos. En un reciente discurso en Nueva York indicó que los beneficios de la globalización financiera son estorbados "por un ambiente político disfuncional", creado por "élites ricas e intereses creados con gran influencia sobre el poder político y con mucho que perder si las instituciones se desarrollan en favor de un sistema financiero eficiente y una mayor competencia".
Por qué hasta ahora, se preguntarán muchos, los extranjeros con influencia se dan cuenta de algo tan obvio para los mexicanos. La respuesta está en el alto grado que ha alcanzado la influencia de las élites locales sobre el funcionamiento de las economías emergentes y sus implicaciones globales.
Como los países emergentes no invierten lo suficiente, registran un creciente superávit en la cuenta corriente. En el otro lado de la moneda, los países desarrollados que sí invierten y consumen registran un déficit creciente. Estados Unidos tuvo un déficit en cuenta corriente de 178 mil millones de dólares anuales en promedio en la década pasada, para llegar a 805 mil millones en 2005. El desequilibrio mundial creciente es entre ahorro e inversión. Los países que generan excedentes no los invierten en su propia economía, sino en la acumulación de reservas internacionales, con lo cual financian a Estados Unidos. Entre otros, eso impide el ajuste de la economía mundial, es decir, la reducción del déficit de Estados Unidos.
La falta de inversión y de crecimiento en varias economías emergentes reside en sus estrategias económicas. Éstas han sido efectivas para su estabilidad macro, pero a la larga impiden que se complete el flujo financiero mundial de ahorro e inversión. Sus estrategias económicas, bastante comprometidas con las élites locales, implican: 1) la reducción del salario y el aumento de utilidades en relación al PIB; 2) bajas cargas impositivas sobre las utilidades; y 3) concentración de las pocas oportunidades de inversión en la élite de empresas ya establecidas y dominantes.
La baja de salarios en relación al PIB ha ocurrido a nivel global. Sin embargo, en Estados Unidos la reducción fue de dos puntos porcentuales del PIB cuando en México ha sido de nueve puntos entre principios de los 90 y hoy. Más aún, cuando el porcentaje de los salarios cae, pero el PIB crece a tasas altas (como en China o en EU), no representa un problema insuperable. En cambio, si ocurre, como en México, cuando el PIB crece muy poco o se estanca, entonces un sector mayoritario pierde oportunidades de participar en la globalización.
También es claro que en la globalización las utilidades y otros ingresos del capital han aumentado. De nuevo, en México han saltado en seis puntos porcentuales del PIB en tanto que en EU han aumentado menos de un punto. Los países desarrollados enfrentan las variaciones entre salarios y utilidades con un sistema fiscal progresivo; de ahí que cuando las utilidades aumentan, en parte se dedican a pagar más impuestos. Así, cuando se dispara el índice de precios de la Bolsa de Valores, la recaudación crece mucho.
La política macroeconómica en México se ha centrado en el mantenimiento de la estabilidad fiscal y monetaria y ha adquirido un sesgo restrictivo. Combinado con la baja del salario, esto ha reducido el potencial de crecimiento del mercado interno. Para las grandes empresas esto no es óptimo, pero es bueno porque de todas maneras dominan los principales sectores y porque parte de sus utilidades se deriva de la estabilidad financiera. Pero para otras empresas faltan oportunidades de negocios reales y ellas no tienen grandes sobrantes de efectivo para disfrutar de utilidades financieras. El clima de negocios es festivo para las grandes empresas y, como si vivieran en otro mundo, pesimista para las pequeñas y medianas.
La falta de inversión y de nuevas oportunidades de negocios que movilicen no sólo a las grandes sino también a las pequeñas empresas, resulta en insuficiente empleo. Los demandantes de trabajo tienen que emigrar y así la emigración se convierte en indispensable para el funcionamiento del modelo. El gobierno no cobra a las grandes empresas los impuestos que deberían pagar al existir muchos regímenes especiales y privilegios. Por eso los pagos de impuesto sobre la renta por las empresas resultan ser menores que los pagos de los asalariados. Por ejemplo, en 2005, las retenciones de impuestos a los asalariados fueron 184 mil millones de pesos y los pagos de empresas fueron 135 mil millones.
También es una contradicción por lo menos para los observadores extranjeros, que con alto desempleo y migración haya un superávit tan grande en la balanza de pagos invertido en reservas internacionales. La reserva brincó de 31 mil millones de dólares en 1999 a casi 78 mil millones este año. El ahorro de un país emergente se destina al gasto de inversión y de consumo de los países ricos, pero no es algo que éstos admiren.
Parecería una contradicción que cuando los grandes negocios florecen alguien hable de falta de oportunidades de inversión. La explicación es que la pequeña élite local captura para sí la mayoría de esas oportunidades y cierra la puerta a nuevos participantes. Las empresas dominantes de hoy en cada sector son las mismas que hace 20 años y no ha surgido ningún número significativo de nuevos participantes. Aun después de la firma del Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN) y la apertura del mercado más grande del mundo a nuestras exportaciones, no hay empresas mexicanas grandes que sean las estrellas de la exportación como resultado del Tratado.
La insuficiente inversión resulta en bajo crecimiento. La insuficiente recaudación implica que los gobiernos no puedan aumentar el gasto en renglones fundamentales, volviéndose un problema de seguridad a mediano plazo. La tarea de los gobiernos se reduce a mantener tranquila a la élite que cada vez domina más. Esta realidad ya es vista por los extranjeros como contraria a un proceso armonioso de globalización. Quienes así lo observan comienzan a expresar sus sentimientos y detrás de su sonrisa casi condescendiente hay cada vez mejor conocimiento de nuestra debilidad económica y social.
ecanal1@attglobal.net
Analista económico